Triste noticia. Nos ha dejado un compañero y amigo: Antonio Muñoz Nieto

El pasado martes, 3 de noviembre, nos dejó nuestro compañero del Ateneo Antonio Muñoz Nieto, militante prácticamente toda su vida por la causa republicana.
El Ateneo Republicano de Zaragoza siente enormemente esta gran pérdida, así como el hecho de no haber podido despedirle presencialmente debido a la situación sanitaria de todos conocida.
Enviamos un abrazo enorme y fraternal a su compañera Luisa, a sus hijos Héctor y Aitana, a toda su familia y amigos, a todos los compañeros que han transitado junto a él en las múltiples facetas de su rica andadura y esperamos ver cumplidos sus sueños de Libertad, Justicia y Fraternidad por los que apostó y nosotros seguiremos defendiendo.
Zaragoza, 6 de noviembre de 2020.
Y a continuación, la semblanza de un amigo y compañero suyo durante años:
DESDE LA NOSTALGIA
El 3 de noviembre será siempre para sus amigos un día muy triste. Ese día, de 2020, se nos marchó, después de un largo y duro año luchando con todo su ánimo contra un cáncer, ANTONIO MUÑOZ NIETO. Zaragozano de pura cepa, nacido en La Rabal -muy cerca del Puente de Piedra- en una familia de clase media de fuertes creencias religiosas, de las que iría distanciándose en la juventud hasta llegar a ser un declarado marxista. Hombre de vasta cultura, Catedrático de Lengua y Literatura, políglota, actor de teatro, gran aficionado a la música y a la práctica del ciclismo, viajero y algo aventurero. Pero, por encima de todo, buen amigo de los amigos, entre los cuales tengo el honor de encontrarme desde hace más de cincuenta y cinco años. El mismo calificó, en cierta ocasión, nuestras vidas de “paralelas y sin embargo unidas”, pues fuimos superando las etapas más fructíferas de ellas juntos: mismo barrio, mismo centro de trabajo, mismo departamento, misma forma de concebir la enseñanza, mismas inquietudes, bastantes aficiones comunes y, últimamente, mismos paseos por la arboleda de Macanaz. Voy a desarrollar cada una de estas facetas intentando no ser farragoso.
Antonio, debido a la influencia familiar y a su destacada inteligencia, cursó estudios hasta los dieciocho años con los jesuitas en Comillas. Aquí, además de madurar, le fueron apareciendo nuevas inquietudes y desapareciendo otras. Dejó a los jesuitas y de los textos bíblicos pasó, durante los años universitarios en la Facultad de Filosofía y Letras, a textos filosófico-teológicos de Teilhard de Chardin y de estos a El Capital de Karl Marx, a El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado de Friedrich Engels y a El Imperialismo fase superior del Capitalismo de Vladimir Lenin. Su concienciación política y social fue cimentándose y creciendo hasta que, como miembro de La Convención Republicana de los Pueblos de España, fue uno de los integrantes que, al principio de los ochenta, formó parte de una delegación republicana y del PCE (ml) que visitó Albania, invitados por el propio presidente Enver Hoxha. Se había convertido en defensor del socialismo y del republicanismo. Y este es uno de los rasgos más marcados de Antonio, la defensa a ultranza de un Estado Republicano y la lucha por ver la Tercera República Española. Algo que no pudo festejar, pero sí que esa bandera tricolor estuvo en su despedida y se llevó a la tumba.
Profesor de Lengua Castellana y Literatura, ejerció su magisterio en Institutos de Huesca y Calatayud y, sobre todo, en el Ies. Avempace de Zaragoza, donde permaneció desde su inauguración en 1979 hasta su propia jubilación al final del curso 2007-2008. Durante este período también impartió clases de ruso en la Universidad, pues además de su titulación en Filología Románica también la obtuvo en Lenguas Eslavas. Y es que la facilidad de Antonio para los idiomas era proverbial. Podía defenderse perfectamente tanto en ruso, checo o búlgaro como en inglés, francés, italiano e incluso algo en alemán y chino. Este don ha sido muy bien heredado por sus dos hijos, Aitana y Héctor. Siempre fue un profesor muy querido y respetado por sus alumnos con los que tenía un trato muy próximo. Fue, precisamente, con ellos con quienes empezó a hacer teatro, otra de las grandes pasiones de Antonio ya en sus primeros centros de Huesca y Calatayud. Y una vez en Zaragoza, coincidiendo con un grupo de profesores y profesoras amantes de las tablas, coordinados por Simeón Martín como director, formó parte de la creación y lanzamiento del Grupo de Teatro Avempace. De los diversos personajes que ha encarnado en más de una veintena de obras habría que destacar: Máx Estrella, en Luces de Bohemia, de Valle-Inclán; Don Diego, en el Lindo Don Diego, de Agustín Moreto; Juan, en ¡Aquí no para nadie!, de Darío Fo; y Bolonio, en el cuadro Atajo de Terror y Miseria en el Primer Franquismo, de José Sanchis Sinisterra.
Entre sus grandes aficiones hay que destacar la del ciclismo, aunque según cuentan sus acompañantes, para esto naturaleza no lo superdotó. Tengo entendido que, cuando llegaban las subidas era uno de los candidatos al subirse al coche escoba. Con todo, lo remedió pronto al hacerse con una bicicleta con motor. Ahora bien, no ha habido vía verde en España que se haya resistido a su pedaleo. Distinto fue en su afición por la música, clásica sobretodo, y por el canto coral, donde gozó tanto debido a su privilegiado oído –muy en consonancia con su facilidad para los idiomas-. ¿Y qué decir de su afición a los viajes largos? Rusia, Perú, China fueron de los últimos. Luego, eso sí, había que escuchar su narración cuando quería que los menos viajeros también participaran de ellos. También le gustó mucho la montaña y salir en busca de níscalos, a ser posible con su amigo Cajal, pues de él mismo no se fiaba. Biescas fue siempre su lugar para perderse o para encontrarse con sus amigos y amigas de alli, donde este verano pasó su última estancia cuidado y mimado -como a lo largo de toda su vida y, sobretodo, ente último año tan intenso- por Luisa, esposa y madre de sus hijos. ¡Qué hubiera sido de un Antonio tan poliédrico sin su Luisa!
Bueno, Antonio. Gracias por la vida que has gastado con nosotros, tus amigos. Gracias y hasta luego, que tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero.
ENRIQUE CAMBRA

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